Al comenzar el día, visitaremos Las Tres Ciudades: Vittoriosa, Cospicua y Senglea. Estas ciudades, situadas frente al Gran Puerto de La Valleta, son localizaciones imprescindibles de cualquier viaje a Malta. Allí, disfrutaremos de su historia y conoceremos el Cristo Redentor de Senglea y el Crucifijo de Kandja en Conspicua.
Cristo Redentor de Senglea
Dos veces al año, el cuarto viernes de Cuaresma y el domingo después de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, miles de devotos cristianos acuden en masa a Senglea. La razón es que, en estas dos ocasiones, la milagrosa efigie de Cristo cayendo bajo la cruz, conocida localmente como Ir-Redentur, es llevada a hombros por las calles. Esta estatua, de hecho, ha superado el paso del tiempo al mantener unos sólidos seguidores, incluso en este día y esta época en las que tradiciones similares están desapareciendo. Encargado originalmente por la Confraternidad del Santo Crucifijo en 1742 como una estatua para el conjunto de la Pasión, pronto creció hasta convertirse en una de las efigies más atesoradas y queridas de Malta. En un intervalo de 60 años, la devoción creció tanto que el papa Pío VII dio permiso para que se celebrara una fiesta en su honor anualmente después del final del periodo pascual. Esta efigie llegó a convertirse en un monumento nacional de devoción cuando el clero y el pueblo de Senglea hicieron un voto en 1813 para protegerse de la plaga que azotaba Malta. Enclaustrado en el Oratorio del Santo Crucifijo, Cristo el Redentor es una fuente de paz interior para aquellos que, desde todos los ámbitos de la vida, viajan hasta Senglea para derramar frente a Él sus dolores más íntimos. Los testimonios registrados de milagros privados son innumerables: curación de una enfermedad terminal, sanación de una dolencia física, reconciliación de relaciones y, lo que es más habitual, travesías personales hasta encontrar el regreso a Dios.
Crucifijo de Kandja en Conspicua
En la iglesia colegiata de la antigua ciudad de Cospicua encontramos lo que ha llegado a conocerse como el Crucifijo de Candia (Kandja en maltés). El crucifijo es muy antiguo y sin duda se remonta, al menos, al siglo XVI. El Santo Icono siempre ha sido venerado con gran devoción por el pueblo y hubo un suceso particular que incrementó el fervor. Durante la procesión de Pentecostés de 1674, la sagrada custodia estaba siendo transportada por el mismísimo secretario del Inquisidor. Había filas de soldados saludando a la procesión disparando salvas, pero uno de ellos disparó con munición de verdad; no obstante, el disparo no llegó a herir a nadie entre la enorme multitud, cosa que se tomó como un milagro.